Crónica: La Renga cerró su serie de cuatro de shows en Racing

La banda de Mataderos dio cátedra de rock en Avellaneda, despidiendo la gira “Alejado de la Red” – su último trabajo de estudio – en una fecha llena de clásicos y con invitados de lujo.

Por Fernando Burruso.

Fotos Zaira González.

El “Cilindro” de Avellaneda – que alguna vez supo albergar a los Redondos – fue el lugar ideal para que la banda de Chizzo, Tete, Tanque y Manu arranque el 2024 a todo trapo con nada más y nada menos que cuatro conciertos totalmente agotados. Desde temprano, las calles de Avellaneda se llenaron de fanáticos de la banda de Mataderos haciendo la previa. Puesto de comidas, bebidas, remeras para todos los gustos y autos con La Renga a todo volumen daban el clima ideal para la previa, tanto en la Avenida Belgrano como la Avenida Mitre, así como también en las calles perpendiculares que llevaban al Estadio Presidente Perón.

Ya dentro del estadio, el color lo ponían las banderas de los distintos discos de la banda, y también los típicos trapos de todos los puntos del país: “Río Gallegos”, “Escobar”, “Campana”, “Chaco”, “Mendoza”, “San Miguel”, “Macri Gato”, “Milei Ortiva” eran algunos de los cientos de trapos que flameaban en el frente del escenario. Alrededor de las 22:15 las luces se apagaron y el arranque fue a pura potencia con “Tripa y corazón”. Chizzo saluda a su público “Buenas noches Avellaneda, buenas noches Buenos Aires” y suena “Buena pipa”, el tema del último disco elegido para abrir la mayoría de los conciertos de la gira. “Un buen momento para estar ‘A tu lado'”, fueron las palabras de Chizzo antes de que suene el clásico de Detonador de Sueños que nos dejó el primer gran solo de guitarra de la noche y la batería del Tanque rebotándonos en el pecho.

El campo está totalmente colmado. La gente ya empieza a sentir el calor y busca la manera de refrescarse. Los puestos de hidratación no dan abasto repartiendo agua gratis, en otra demostración de cómo la banda cuida a su público. La lista no da respiro y sigue con “Almohada de piedra”, tema que no había sonado en ninguno de los anteriores 3 shows en Racing. Chizzo hace sonar un acorde al aire y el público empieza a abrir rondas de pogo porque sabe que se viene “El twist del pibe”. La gente canta los primeros versos del tema y explota con el solo de saxo de Manu Varela en un pogo infernal.

Manu cambia el saxo por la armónica para “Motoralmaisangre”, uno de los tantos temas motoqueros de banda, dedicado a Nelly, la abuela que supo recorrer en dos ruedas todo el país y nos dejó en 2020. Le sigue “Parece un caso perdido”, posiblemente el mejor tema del último disco y después “El ojo del huracán”, tema que había sonado poquito en el último tiempo y estuvo presente en las cuatro fechas en Racing. Se festeja su regreso a las listas.

Chizzo le pregunta al público si se escucha bien y la verdad que si, se escucha perfecto. Las 4 torres de sonido en el escenario principal más 4 torres más en los mangrullos de la mitad de la cancha dan un sonido impecable en todo el campo. Manu se vuelve a lucir en el saxo en “Cuando vendrán” mientras el Tete no para de correr por todo el escenario. “Estamos en el punto de ebullición, estamos Bien Alto” fueron las palabras de Chizzo para darle paso a otros de los clásicos de la noche, seguido por nada más y nada menos que “En el baldío”, donde Gustavo Nápoli se luce con su pedal Wah Wah Cry Baby en la legendaria intro.

Chizzo avisa que “tenemos a los caños de escape acá atrás”, y Las Cucarachas de Bronce se suman al escenario para interpretar otros de los que no suena seguido: “La boca del lobo”. Dos saxos, una trompeta y un trombón comandados por Manu Varela se suman al trío de Mataderos y llevan la potencia al máximo. El sonido, a cargo del querido Jorge Leggio y equipo, sigue manteniéndose impecable. La banda de vientos permanece en el escenario para interpretar “Flecha en la clave”. El escenario de casi 100 metros de largo se convierte en un castillo gigante prendido fuego, mientras en las pantallas vuelan guitarras con forma de flecha. La banda de Mataderos nos regala una puesta en escena impecable, a la altura (o incluso por encima) de cualquier show internacional de esos que admiran los ejecutivos que no autorizan a la banda de Mataderos a realizar banquetes en Capital Federal. Pero bueno, “ellos no tienen risa y se divierten, amargando nuestro carnaval” reza una canción.

El camino nos lleva a las playas del Sur con “Corazón fugitivo”, el hit rutero que nos dejó “Pesados Vestigios”. A continuación el clásico: “El rito de los corazones sangrando”, con las pantallas literalmente sangrando y el escenario todo iluminado de rojo en la segunda  gran puesta en escena de la noche. Y si hablamos de clásicos, “El rey de la triste felicidad” se lleva el premio al riff más coreado de la noche.

Chizzo pide que abran lugar para que “las chicas hagan un pogo”, por pedido del colectivo “No me toques” y justamente arranca “Hielasangre”, tema dedicado a la represión policial que desde la asunción de nuevo gobierno lamentablemente va a sonar seguido. “Ya que quieren hacer pogo, ahora es el turno de los elefantes”, y la lista continúa con “Elefantes pogueando” el último tema de “Alejado de la red” de la noche.

A partir de este momento la lista no dio ningún tipo de respiro. “Están rockanroleando a full. Están desesperados”, dispara Chizzo antes de “El revelde”, el himno de la banda que yendo por el “caminito al costado del mundo” logró llegar a lo más alto. “Al final son los mismos de siempre? ¿Se la bancan o no?”, pregunta Gustavo antes de “Somos los mismos de siempre”, tema dedicado a los seguidores de la banda de la primera época, al que le siguen, del mismo disco “El juicio del ganso” y “Voy a bailar a la nave del olvido”. ¿Cuánto hacía que no sonaban 3 temas de “Esquivando Charcos” la misma noche? La memoria de quién les escribe dice que posiblemente desde la Gira Truenotierra (2006-2009), época en la que hacían el “Popurrí”, pero puede fallar.

Cualquiera de los presentes ya se podía dar por satisfecho con los 22 temas que habían sonado en la noche. Pero todavía quedaba más, mucho más.

“Como es de público conocimiento, las autoridades de Capital Federal no nos conceden el permiso de tocar ahí. Pero hace unos meses atrás ocurrió el acto de hermandad más rockero de los últimos tiempos, cuando los Divididos nos ofrecieron su escenario para que toquemos en suelo capitalino”, fue la introducción que le dio Chizzo para invitar a nada más y nada menos que Ricardo Mollo al escenario, para hacer “Balada del diablo y la muerte”, tema del disco “Despedazado por mil partes” del que el mismo Mollo fue el productor. Acto seguido, La Renga se fue del escenario para que Divididos, con su formación completa, interprete “Ala delta”.

La Renga vuelve al escenario, pero Divididos no se va. Difícil de poner en palabras lo que pasó arriba del escenario en ese momento. Catriel y el Tanque, cada uno en su batería. Tete y Arnedo cada uno con su bajo. Chizzo y Mollo en guitarra. Realmente histórica la versión de “Hey Hey, My My” que sonó la noche del sábado en Racing para demostrar que el rocanrol no morirá jamás. El sonido, ahora con dos bandas arriba del escenario, continuó siendo impresionante.

Para cerrar el setlist previo al intervalo, 3 clásicos: “Despedazado por mil partes”, “El viento que todo empuja” (dedicado a Miyo Miglioranza, monitorista de la banda) y el clásico de clásicos “El final es dónde partí”. Lo digo siempre y no me canso de repetirlo: “El final es dónde partí” es una experiencia que cualquier persona que aprecie la música debería vivir en vivo. Demoledor.

Unos minutos de intervalo, que sirven para buscar a aquel amigo perdido en el pogo, para refrescarse un poco o para tomar aire. La banda vuelve al escenario y cierra el show a puro pogo con “Oportunidad oportuna”, “Oscuro diamante” y se despiden como siempre, como les gusta: “Hablando de la libertad”.

La salida transcurrió de manera fluida, y el estadio se despejó sin inconvenientes. La Renga demostró – una vez – una organización muy a la altura para organizar shows de esta magnitud. Como lo vienen demostrando desde hace más de 25 años organizando estadios. Ojalá las autoridades de CABA tomen nota y nos puedan regalar un regreso de la banda en su ciudad natal.

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